Muy buenos días queridos amigos.

Que bueno que les gustó el artículo de ayer porque es una piedra en el zapato para mucha gente y de no resolverlo esa piedrita como decía el señor, puede detener tu paso.

¿Será acaso que esa era la razón por la cual les decía que fueran de dos en dos y al salir sacudieran sus sandalias?

Bueno en realidad creo que la metáfora era para quitarse las cosas que les fueran quedando, que aun siendo muy pequeñas podrían detener su paso, ¡posiblemente!.

Alguien incluso más conocedor que yo de esto podría explicarnos un poco más la metáfora y podríamos aprender. Pero en realidad una arenilla en las sandalias, podría pasar a ser molesta, después si no la retiras, hace un escozor que poco a poco se torne en ulcera y llegaría a sangrar.

¡Pero si solamente es una arenilla!, dirían algunos.

Pero es tan poderoso como la gota constante que cae sobre la roca y con el paso de los años la perfora. En fin creo que al buen entendedor, pocas palabras.

¿Y qué pasa con las creencias entonces? ¡aaaaaaaghhhhh!, eso es otro tema aparte y vale la pena encadenarlo al anterior. Las creencias son esos pensamientos que se encuentran dormidos en nuestra mente y que en los momentos más inadecuados nos juegan una mala pasada.

Creencias que posiblemente nos fueron sembradas en nuestra infancia, o que las fuimos adquiriendo con las experiencias de la vida, pero que nos marcan en nuestro andar, muchas veces condenándonos al fracaso. Cuando escuchamos a alguien que nos dice: "es que yo solo me boicoteo mi éxito", muchas veces esto tiene que ver con creencias enraizadas como la grama que ahorcan o asfixian tu progreso.

Lo interesante de esto es entender que son como esa vocecita interior que te susurra al oido diciendo: "a poco crees que lo vas a lograr, si eres un mediocre" "Eso es imposible para ti" "no te lo mereces" "no vales un centavo" "eres igual al fracasado de tu padre" " tenias que ser tú, era de esperarse".

Y así podría citar cientos de ejemplos que en mi trayectoria de terapeuta escuché de mis pacientes muchas ocasiones con lagrimas en sus ojos y dolor en su corazón, para que poco a poco fueran entendiendo que ellos no son los responsables de ese pensamiento y quienes se los infundieron posiblemente nunca se imaginaron el daño que estaban haciendo ni la repercusión que tendría, pero ahora tienen el poder de decir: "BASTA, NUNCA MÁS " Y a eso los estoy invitando, a decir: "BASTA, NUNCA MÁS".

¿Te atreverías a hacerlo?