Nada más mezquino que tener sentimientos obligatorios para cuidar, dar tiempo, compañia y amor a un ser que amas.          Sobretodo, si este ser fue la persona que te trajo al mundo y con su vida te dió la vida misma.

 

 

   En el ciclo de la vida, todos hemos sido cuidados y atendidos con amor por alguien, normalmente por tus padres, y cuando eres niño(a) lo vives como algo natural, normal y obviamente no le damos el valor a ese acto, simplemente lo vivimos.

 

   En mi caso particular tengo a mi mamá que padece un severo problema de insuficiencia respiratoria, ya tiene 85 años de edad y depende la mayoría del tiempo de su medicamento para mantenerse estable, pero cuando entra en crisis, (que cada vez es más frecuente), requiere de toda nuestra atención y yo como su única hija mujer junto con mis hijos y mi marido nos abocamos a sacarla adelante como cualquier familia.

 

 

   Lo complicado del asunto es cuando te sientes agobiado por todo el tiempo que tienes que dedicar a la persona, y las voces y comentarios de todo mundo, por ejemplo, ¿a quién le corresponde cuidarla?, ¿quién  tuvo la culpa de su crisis? ¿quién  se va a quedar con ella?, ¿quién  se va a encargar de su comida?, ¿quien la va ayudar a bañarse?, etc. Y tal vez tienen razón todas las voces, sin embargo una de mis vocesitas internas me dice: "Nadie más que yo para darle seguridad y tranquilidad, y suena medio presuntuoso, pero yo sé que es así, y aunque todo mundo quisiera cuidarla y se pelearan por estar con ella, YO QUIERO ESTAR AHI, pero no por que es mi obligación , si no por que es mi gusto y mi decisión y en verdad no lo sufro, lo disfruto y lo atesoro por que no nos queda mucho tiempo para estar juntas.

 

Recordaba cuando era niña y me llevaban mi papá y mi mamá a que me vacunaran al IMSS, y aunque siempre he sido valiente en el asunto de las inyecciones, el ambiente hospitalario no es muy agradable, y ver llorar a otros niños la verdad era aterrador; en el momento de la vacuna recuerdo como me sentía protegida y amada por ellos, me dolía pero con la presencia de ellos y una buena paleta de hielo afuera era suficiente. Y recordando eso, pensaba como hoy, que mi madre es como una niña chiquita, necia, desesperada, quejumbrosa, enojona, olvidadiza, repetitiva, tan flaquita, tan frágil, creo que lo menos que puedo hacer es darle esa fortaleza con mi compañía, mi amor y cuidados así como ella lo hizo cuando yo era niña.

 

 

   Nunca lo he sentido como obligación, la verdad es un acto de justicia y de amor, y en esto estamos todos como familia juntos, mis hijos, sus novias, mi marido y mis hermanos con sus esposas.

 

 

   Muchos de ustedes seguramente tienen un enfermo en casa, o cercano a ustedes, tal vez de cuidados mínimos ó de cuidados extremos, no lo sé pero hagamos un esfuerzo por hacerlos sentir queridos y cuidados y que la pena de la enfermedad no sea más grande si a esto le agregas la soledad, recuerden que lo que siembras, cosechas y el cuidado a los mayores y a los enfermos es un valor dentro de la familia que se enseña con el ejemplo, y si lo hacemos bien y con cariño, seguramente jamás estaremos solos.

 

   Gracias.

   Erika Valle

 

 



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