Muy buenos días queridos amigos.

Días de tremendo calor en todo el Pais pero nuestra ciudad de verdad se pinta sola.

Pero a todo se acostumbra uno menos a no comer.

El fin de semana me tocó trabajar con nuestra bella gente cachanilla y me dio gusto compartir con ellos nuestra manera de ver las cosas y pensar.

Uno como todo ser humano, desea y busca la prosperidad y mejoría en todos oso aspectos de la vida.

Eduardo Salazar hablaba de niveles de comodidad para no referirse CLASES SOCIOECONOMICAS.

Y al referirse a esos niveles de comodidad lo hacía con cierta gracia (que no tenía mucha por cierto) que te hacía reflexionar y auto definirse en esos citados niveles, y decía que a cada uno le correspondía muchas cosas en común: lenguaje, filosofía, creencias, comportamientos, ingresos por supuesto e incluso hasta manera de vestir.

Así tomando los extremos opuestos como la zona de los excesos y su contraparte la de las carencias totales, narraba a cada una definiendo lo que a su juicio las caracterizaban.

Y luego decía que era difícil pasar de un nivel a otros muy diferente, que era más fácil ir subiendo paulatinamente y que ese progreso debería de ir acompañado de un cambio en la manera de pensar.

Yo centre mi exposición en Mentalidad porque creo que es el gran dilema 

La Mentalidad es todo el conjunto de conocimiento, filosofía, actitud, valores, principios que te caracterizan y, si en realidad somos igual al promedio de al gente con la que más pasamos tiempo, entonces se válida lo compartido por Eduardo en su tiempo y su servidor este fin de semana.

Necesitamos cambiar, eso es indiscutible.

Y el proceso del cambio inicia con uno mismo y también se detiene con uno mismo.

Somos el principio y el fin de las cosas.

Analicen la realidad y vean como si se comparten muchas cosas que forman parte del común entre todos los grupos y cuando sales de alguno de ellos, te llevas eso que les caracteriza contigo, por eso a veces sientes que no encajas y que algo no fluye.

Debes de cambiar totalmente no solo decir que cambiaste y argumentar “es que yo soy así”.

Reinvéntate, reconstrúyete, reformulate, vuélvete a parir si es necesario incluso con dolor.

Valdrá la pena.